La Organización de Naciones Unidas, estimaba que entre el 2019 y 2021 la tasa de pobreza de las mujeres debería descender en un 2,7%. Sin embargo, debido a las consecuencias del Covid-19 esta cifra aumentará aproximadamente a un 9%. Actualmente, por cada 100 hombres pobres en el mundo, hay 118 mujeres en la misma condición, y por las razones mencionadas anteriormente, la brecha podría aumentar a 121 para 2030.
Este fenómeno se llama feminización de la pobreza y es el resultado de las decisiones sociales y económicas que históricamente han favorecido las tareas productivas de los hombres y delegan en las mujeres las cargas de los trabajos del cuidado. Un ejemplo de esto se puede ver en Colombia, donde este tipo de labores les toma a las mujeres un poco más de 7 horas al día, mientras los hombres destinan únicamente 3.
El que socialmente se haya entendido el cuidado como una responsabilidad femenina, hace que el desarrollo profesional de las mujeres sea una suerte de escalera rota que empieza desde la infancia. Así entonces, las mujeres adultas ganan menos que los hombres por hacer el mismo trabajo, acceden en mayor proporción a trabajos informales o de tiempo parcial, tienen menos participación en los cargos directivos de las empresas y menor capacidad de ahorro.
La cuarentena, el teletrabajo y las clases en modalidad remota han puesto en evidencia este fenómeno y lo han profundizado aún más. Actualmente, el trabajo de las mujeres peligra un 19% más que el de los hombres, esto por causas distintas: el trabajo femenino es menos valorado en las empresas, y ante la imposibilidad de reconciliar las tareas del cuidado durante la cuarenta y la vida laboral, las mujeres renuncian en mayor proporción. A esto se le suma que el 63% de los cargos en los sectores más afectados de la pandemia, están conformados por mujeres.
Cada 8 de marzo es una oportunidad para conmemorar las luchas y para visibilizar que las desigualdades de género no son ni una novedad ni una coincidencia. En este día internacional de la mujer, los esfuerzos deben estar encaminados a dar cuenta de los efectos desproporcionados que ha tenido la pandemia sobre la vida de las mujeres, a trabajar en la disminución de las brechas de género en términos socioeconómicos, empezando por una política sostenible de dignificación de los trabajos del cuidado, que equivalen a un 20% del PIB.
Este y todos los años, conmemoramos la lucha y el compromiso de que algún día, no será necesario seguir exigiendo igualdad.
Escrito por:
Catalina Arenas
Psicóloga. Magístes en política sociales y acción comunitaria. Consultora de Asuntos Humanitarios y de género. Feminista.
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