Poesía, música, arte, humanidad, enseñanza, casa, familia, compañía, cuidado, delicadeza, intuición, verdad, soledad, fragilidad, debilidad, llanto, tristeza… palabras simples que se contemplan en el pensamiento, en el imaginario colectivo cuando se hace referencia a la mujer, seres complejos e incomprensibles, se diría, no obstante, sin entrar en la negación de aquellas categorías que pretenden dibujar a la mujer, se abre un escenario importante a repensar a la humanidad dentro de aquellos silogismos como parte fundante del universo ser humano: femenino y masculino.
De allí que hablar del tema sobre la base que establece todas las relaciones variables sobre las constantes que recubren el lugar de la humanidad y esa configuración estructural que delimita comportamientos y roles asignados validados por la cultura y reforzados por sus detractores, exige repensar la relación discursiva con los dinamismos prácticos que moldean los comportamientos y, por ende, configuran las realidades; sin este ejercicio se conciben las lecturas como escenarios o de defensa o de ataque y en constante disputa.
De tal manera, que reflexionar el lugar de la mujer entra en un escenario de lo polémico, la conflictividad que recubre solo la apreciación de una diferenciación por género establece de por sí una limitante que marca una frontera en el discurso, en la práctica y en el sistema de relaciones que amplía una brecha entre seres femeninos y masculinos, siendo desde la complejidad un mismo universo.
Por tal razón, los cambios deben estar sujetos a las nuevas lecturas y comprensiones de las dimensiones en que se reconfiguran los seres humanos, se plantea por tanto una apertura al complejo espectro de lo femenino y lo masculino en un estado de búsqueda del equilibrio, desde las diversas ópticas que lo rehacen fértiles en el pensamiento, el acto, la palabra, los derechos y las libertades.
Mujer: conquistas y desencuentros
El tiempo se ha reformulado en torno a un ejercicio reivindicador del lugar de la mujer, la historia ha permitido repensar y equilibrar la balanza, ahora se pueden gozar de otras libertades, otros espacios y ampliamente otros discursos y discusiones en cuestiones incidentes desde varias ópticas: cultural, social, política, familiar; en este sentido ya no en el plano exclusivamente privado reservado celosamente para las mujeres, expresiones que hablan de la sociedad en la que se habita y cohabita.
En este sentido, hablar de los alcances y reconocimientos que han tenido las mujeres como escenarios de conquista y siendo fieles al término, a través de luchas lideradas principalmente por ellas, implica reconocer que ahora las mujeres pueden ser madres, compañeras y profesionales exitosas desde una perspectiva de la horizontalidad en torno a los roles, dinámicas y escenarios de influencia; la mujer se ha procurado desde procesos de resistencia un lugar en el mundo que parte de su deseo, necesidad, búsqueda, sentir y liberación dentro de la sociedad.
No obstante, en varios contextos la realidad que se experimenta es otra, donde las relaciones de poder se mantienen tan vigentes y naturalizadas que llegan a promover la validación en sus dolientes, y por allí la recreación de los escenarios de dominación y sometimiento en los que se enmarca la sociedad del consumo en lógicas de repetición de esquemas, justificados en discursos supuestos liberadores y manteniendo las fronteras y límites entre los géneros, sin pensar las diversidades.
Un escenario laboral…
De esta forma, la recreación de las dinámicas de una sociedad sin respeto, sin distancia, dentro de los escenarios laborales donde la mujer se circunscribe y pervive siendo ella y su lucha o no interna, por cierto, sin expresión, o con expresión esquematizada, inconsciente quizá, validando una estructura social que configura un comportamiento patriarcal.
Por allí la dinámica de relación, donde se recrea el escenario de la caza, la conquista, que de forma violenta trasgrede el espacio individual y privado de las otras, lógicas que refuerzan patrones sociales que hablan de las garantías de seguridad, la simbología en las relaciones de poder aquí configuradas en complicidades no concedidas y que repercuten en el ejercicio de prevención, miedo, persecución que se experimenta en la calle.
El lenguaje verbal y su implicación tácita, que soporta el ejercicio práctico en sintonía con las relaciones y acciones que cada género asume por orden “natural”, frases que designan, dictan, sentencian como la “profunda sensibilidad de las mujeres” y dentro de ese discurso se justifica la práctica que permite repetir un esquema ya existente en su territorio privado, de allí cada habilidad, acierto, complejidad que describe el ser mujer se transfigura en el argumento de sometimiento, es evidente un panorama que deslegitima su ser en complejidad.
El lenguaje no verbal y su implicación simbólica, los gestos, la objetivación del cuerpo, las distancias en relación a los salarios, los cargos, los roles, la necesidad constante de aprobación por el género masculino instaurado inconsciente en la psique femenina, las dinámicas mediadas por la estética, la subjetividad dentro de discusiones de derechos universales, la afectividad convalidando el escenario laboral; lugares en disputa que aún son vigentes en el hoy e inclusive en escenarios que se instauran en el restablecimiento de derechos, libertades y dignidades de las poblaciones en situación de fragilidad y vulnerabilidad social.
Es evidente que hace falta proceso, tiempo y consciencia para el ejercicio práctico de la coherencia, ya que estos pequeños esbozos de las relaciones que se establecen mantienen el desequilibrio y permite comprender el porqué de las fracturas en varios contextos y sistemas de relaciones, donde no se trata de un solo género, se habla de la humanidad que habita el ser, mujeres y hombres aprobando y repitiendo lógicas del poder que siguen manteniendo los no lugares de la mujer y lo femenino del mundo en negación constante.
Elaborado por:
Johana Guatame Gómez
Profesional Psicosocial
Dirección de Asuntos Humanitarios
Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá
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