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¡Hoy todos somos vulnerables!

Actualizado: 30 jun 2020


En un momento en el cual la tecnología avanzaba con mayor velocidad y nos encontrábamos en constantes actualizaciones, hoy actuamos todos bajo las necesidades y la respuesta inmediata frente a una pandemia…

Siendo las 7:00 a.m. de un día cualquiera del mes de mayo en la Dirección de Asuntos Humanitarios, se programan como es costumbre para iniciar las entregas de asistencias humanitarias en la inmediatez de la emergencia. Estas asistencias pueden ser alimentos o kits de aseo según la necesidad de cada una de las comunidades que visitamos, todo esto con el fin de disminuir un miedo o el hambre de las personas que no tienen las posibilidades de pasar una cuarentena llevadera. No importa su localidad, barrio, sector o si es mujer, hombre, niño, niña, adolescente o anciano, el objetivo es llegar a ellos y con medio de un gesto hacerles entender que no están solos, que en este momento depende de todos evitar que se propague el virus.

Hoy hay un sinnúmero de necesidades, que muchos llaman vulnerabilidad, que es retratada por la comunidad, una única realidad no tan lejana para algunos y tan cotidiana para otros la cual se transforma en un monstruo enorme e indescriptible. Ese “titulo” que muchos llevaban pero ahora hace parte de todos, hoy no solo se es vulnerable a los medios de sustentos (economía) sino que hoy se necesita una palabra de aliento, un apoyo, alguien que escuche y, por qué no, un compromiso social frente a mil hechos que pasan en nuestro entorno. Por eso, la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá ha estado presente desde el día cero del avance del virus y a pesar de que muchos estén inermes, estupefactos, desconcertados, el compromiso crece y se deja de lado un poco el miedo a ser contagiado, porque se sigue trabajando con un solo objetivo: aliviar el sufrimiento humano. Hoy las cifras de contagio y muerte aumentan en el país pero las cifras de ayudas se multiplican.

En la actualidad, la institución cuenta con muchas manos de ayuda los cuales adoptaron de forma personal una gran misión, y a pesar de ser también parte de la comunidad “vulnerable”, todos los días tienen el objetivo de transformar los rostros de los lugares a donde van, porque en ellos aumentan los días sin descanso, las jornadas largas y los recorridos que han tenido que realizar a pie, pero quieren cubrir las necesidades y saldar a cada expectante. El cual está enclaustrado en cada hogar y se encuentra a la espera de algo que todos los vulnerables necesitamos: alimento, empacado en esperanza.

La Cruz Roja ha sido participe de la atención en muchas adversidades, en las que por medio de ayuda y asistencia médica apoya a la comunidad pero ¿estaba preparada para esto? Tal vez no se contaba con un plan de respuesta, pero han pasado días y noches construyendo y mejorando el plan de respuesta frente a las nuevas necesidades que salen, y hoy sigue comprometida con ayudar, entender y actuar en ese escenario vulnerable. Sin embargo, ahora es tan intangible “la vulnerabilidad” que se lleva en los zapatos propios, en la cercanía, en la ropa o en las relaciones interpersonales; que permite que sea incluyente.

No solo la vulnerabilidad es de las personas externas porque dentro de muchas instituciones que han seguido trabajando para apoyar en esta pandemia se tiene incertidumbre de que pasará en un mes, en dos o en un año, aún no se conoce como llegó al mundo, sí durará más de la pensado. Lo único que se conoce es que debemos seguir aprendiendo, transformando hábitos, construyendo otra sociedad, sin vulnerables o donde todos lo seamos, pero donde finalmente todos podamos respirar.

Llega la noche de un día cualquiera del mes de mayo y finalmente observo como ese puñado de soñadores Cruz Rojistas, salen a caminar en la fría y lánguida ciudad con la visión de seguir haciendo lo que la misionalidad nos incentiva a hacer “aliviar el sufrimiento humano”; y para ello no resta sino volver a un nuevo despertar y continuar la labor con la certeza y la seguridad de superar nuestras vulnerabilidades y creer en un mañana donde la pesadilla sea solo un recuerdo, un inolvidable recuerdo para los seres humanos y una nueva oportunidad para el planeta viviente.

Escrito por: Darío Rios Aguilar Coordinador Proyectos Jefatura de Asuntos Humanitarios

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